Lo que nunca fuimos

Es momento de terminar, dicen que las cosas suceden por algo y por algo lo nuestro no sucedió. No te deseo el mal, ni si quiera espero que corran las lágrimas por tus mejillas. Mereces ser feliz. Quiero que seas feliz. Es muy sencillo culpar a la otra persona de una relación fallida pero ciertamente ambos tuvimos la culpa y es muy tarde para buscar culpables. 

Aquí no hay sentencias, ni juicios, solo grietas en el corazón que eventualmente habrán de sanar y más pronto de lo que imaginamos estaremos caminando de la mano de alguien y probablemente nunca nos recordaremos. O quizás sí, no lo se. 

A veces las cosas no salen como las planeamos, en ocasiones nos preparamos para un día soleado de alberca y nos toca jugar con un paraguas bajo una intensa lluvia. Claro que duele, no somos de papel. Dos personas que compartieron grandes momentos, que rieron, lloraron, jugaron, se ilusionaron y que, fuera de cámaras planificaron un futuro es normal verlos mal heridos. 

Las excusas están de sobra ahora, nos merecemos el perdón para poder continuar, pero tampoco estamos obligados a otorgarlo si no estamos listos para darlo. Duele, duele tu ausencia, la falta de tus caricias pero a la vez se siente la paz y tranquilidad de no estar sumergidos en peleas absurdas. 

Siempre te llevare en el corazón y no, no quiero sonar masoquista o aferrado a un imposible, pero —¿cómo olvidar a quien te apoyo en momentos tan difíciles? No lo veo viable, pero no me mal entiendas no te guardare con la esperanza de algún día volver a estar entre tus brazos, el fracaso en pareja no nos define como individuales. 

El enojo, la rabia y el desorden provocado en nuestras vidas no sirve de nada, no merecemos lo que nos estamos haciendo y es mejor finalizar lo que nunca fuimos. Es mejor llevarnos los recuerdos bonitos de aquellos atardeceres caminando por la playa, de aquellos chistes tontos que te contaba cuando nos quedábamos hasta altas horas de la madrugada. 

Me voy con el recuerdo de tu pelo enmarañado al verte despertar a mi lado con tus mejillas coloradas y una sonrisa diciendo que te daba pena. Me iré con el recuerdo del calor de tu piel pegada a la mía cuando nos volvíamos uno. 

Me voy orgulloso de saber quién y que eres, lo que representas y lo que vales. Me voy sabiendo que tu crecimiento es por tu capacidad de superarte y feliz por ser parte del 1% de lo que serás más adelante. 

Me vas a olvidar y te voy a olvidar, ya es inevitable y eventualmente no quedará más que recuerdos vagos de lo que hubo entre nosotros, quizá en cartas que encontraremos algún día al limpiar aquella vieja caja de recuerdos o por encontrarnos a lo lejos y que por arte de magia lleguen los flashbacks de antaño. 

Te regalo mil sueños por cumplir y sonrisas por repartir. Te pido perdón por haberte lastimado y te perdono por el dolor causado en mi corazón.  

Suerte en todo, que privilegio fue compartir historia contigo.

Autor: Andrés «lobo» Venegas 

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