En mi recuerdo siempre llevaré aquella escena que, hasta el día de hoy me desgarra el alma. Frente a frente, nuestros ojos empapados en lágrimas y las manos entrelazadas. Entre sollozos lentamente se fueron desprendiendo nuestras manos una de la otra mientras frente a nuestros ojos veíamos llegar esta historia a su fin.
El cielo nublado, parecía triste, poco a poco se iban desvaneciendo los sueños e ilusiones que en conjunto compartimos. En la garganta se formaba un nudo que apresaba la voz y el corazón a punto de estallar, herido, nos desgarraba el alma sin piedad. Nuestro único deseo era salir corriendo hacía la nada y olvidar todo; sin embargo, nos manteníamos ahí frente a frente con un semblante de fuerza.
Así llego a su final ese cortometraje de amor donde nosotros fuimos los actores principales, una trama diferente donde parecería que no hay finales felices. Se fueron los momentos de amor en las madrugadas frías donde el calor de nuestros cuerpos entraba en sintonía, pero también se fueron las peleas de los fines de semana, se acabaron las guerras de poder. La lucha constante por tener la razón se esfumo y la saga de treinta y seis capítulos que vivimos juntos me da la sensación de que llego a su fin, se canceló el melodrama sin posibilidad de una segunda temporada.
Las promesas en el parque, en voz bajita en la iglesia o con el ruido de las olas del mar golpeando se fueron de nuestras manos. El viento se va llevando los te amo que te recitaba y en la mesa ahora solo llega una taza de café por las mañanas. También se llevó consigo el recuerdo de sus caricias los sábados cuando se despertaba por la madrugada. En el reflejo de la luna se quedó grabado nuestro tan anhelado beso de amor y los árboles del parque que frecuentábamos me gritan incesantemente que aún no sana por completo el dolor.
En mi se quedan los momentos buenos, la guía que mis manos trazaban para formar el mapa que iba de su espalda a su cara. Cierro los ojos y nos imaginó caminando de la mano sobre aquel malecón y por mis oídos pareciera escuchar su voz pronunciando algunas cuantas palabras de amor.
Nuestra eternidad en recuerdos quedo.
Y aunque, los dos tuvimos la culpa, no supimos luchar por lo nuestro y preferimos soltar nuestras manos. Nos dimos la espalda como dos cobardes y cada uno se propuso seguir un rumbo distinto. Nada podemos reprocharnos.
Un sueño que se quedó parado en el tiempo, en veladas que compartimos viendo comedias románticas acompañadas de un vino antes de convertirnos en uno mismo en la inmensidad de la cama.
Ahora es un sueño que se quedó sembrado en aquel árbol que plantamos juntos y en el gorrion que le despierta con su canto cada día por la mañana. Los rastros de su piel los llevo conmigo en el alma y al lado izquierdo de su pecho lleva una parte de mi corazón guardada con llave.
Así terminan las historias de amor, desgarrando el alma. Terminan en llanto y desesperación, dejando una herida en el corazón. Se van desvaneciendo con el tiempo dando paso a nuevas ilusiones.
Aun sabiendo que quizás tendrán en el mismo fin.
Aun sabiendo que solo serán un ensayo de un sueño que eventualmente llegara a su fin al despertar.